Últimamente estoy sintiendo la necesidad irremediable de irme unos días al campo, sola o con un acompañante silencioso que busque la misma tranquilidad y sentido a este viaje que yo, un viaje espiritual, callado y pensativo.
Recién estaba pensando en que haría si tuviera el resto de mis días libres, porque aunque e intentado cambiar el switch en vacaciones, esto no me resulta por la constante acecha de la vuelta a clases o a la rutina. Por muy largas que sean estas vacaciones, las tomo como un descanso total, en donde debería disfrutar hasta el último segundo de la mañana para dormir y no hacer nada con tal de alejarme lo más posible de cualquier actividad. Pero que pasaría si no tuviera planes algunos de volver a cualquier clase de rutina? que hermoso seria eso, podría ver las cosas de modo distinto, valorar lo que nunca antes valoré, y quizás de cuantas otras cosas me daría cuenta.
Acabo de terminar de leer un libro bien curioso que me hizo pensar que haría yo sin no tuviera mas planes futuros, cosa que no tiene ninguna relación en realidad con el libro, pero que sin embargo me a echo pensar en una hipótesis a este caso. Siempre me han enriquecido los atardeceres, con impulsos desde nostálgicos a infantilmente alegres, en donde me paseo por las calles oscuras y frías de concepción con una sonrisa para que decir ridícula y atravesando los paseos nebulosos de un intervalo incierto de mi vida, que por ser incierto es bellísimo y no hay preocupaciones.
Caminando olvido todo y solo me abraza el viento de la ciudad, caminar me encanta y puedo disfrutar de estas sensaciones exquisitas únicamente acompañada de mi soledad, de otro modo creo q no podría aunque quisiera, es algo demasiado intimo para compartir. Metiendo las manos en los bolsillos para evitar el congelamiento súbito sigo caminando con mi sonrisa burlesca regalándosela a cualquiera que cruce mi transitar y eso de regalar felicidad parece una retroalimentación a todo esto, es genial. Por mi me pasaría todo el día caminando, osea en realidad toda la tarde, es que de verdad me obsesionan los atardeceres, como que todo toma otro color, otro sabor, es calido y a la ves frío, es hermoso, y ver cada detalle que se esfuma ante tus ojos al pasar, que son imágenes que se clavan en tus recuerdos, esos que de tan lindos después de un tiempo nunca supiste si fueron de verdad o si los viste en alguna revista. Si fuera por mi andaría con mi cámara tomándole fotos a todas esas pequeñeces, y con tantas cosas asi no entiendo como los fotógrafos viven, deben estar locos por ahí tomándole fotos a cada rincón del mundo, bueno eso también es una ventaja, pero algo frustrante para esto tan infinito. Bueno el punto era que, aparte de los atardeceres que mas del día podría disfrutar yo? La noche me encanta, pero siempre en compañía, y muy pocas veces e podido satisfacer este placer, ya sea emborrachándome con mi comadre de embriaguez o durmiendo calientita bajo los brazos del amor, pero la soledad de la noche no se la recomiendo a nadie, para mi es una emboscada fatal a toda mi sanidad y orden de pensamientos y también emociones, todo se deforma hasta lo mas triste de tu ser y la vuelta atrás solo comienza cuando amanece o te logras quedar dormida con los ojos hinchados y dolor de cabeza.
Pero hay algo más que me gustaría disfrutar y que jamás lo e hecho por una flojera innata y hereditaria: Las mañanas. Despertar temprano es algo que toda mi vida e evitado para compensar los años de madrugar para ir al colegio, pero algo deben tener las mañanas y lo sé porque me a tocado ver algunas =), pero no esas mañanas de colegio que uno se sube media dormida al bus y sigue durmiendo hasta llegar a la sala y lograr estar conciente definitivamente por lo menos a mediodía, esas para mi no son madrugadas, esas son feas. Pero siempre recuerdo esas mañanas de campo, esas que no alcanzo a disfrutar mucho porque son para subir a la nieve, pero son tan pacificas, y como serían si no existiera el remordimiento de que no deberías estar levantándote temprano si lo harás toda la semana siguiente y subsiguiente y asi indefiniblemente, debe ser re lindo. Y eso es lo que me gustaría hacer, levantarme bien temprano sin tener planes de hacerlo por obligación el siguiente lunes, y ojala no en la ciudad, sino en el campo, disfrutando el frío, la soñolencia, el gris, el rocío y un buen café, con esa despreocupación de no tener que pensar nada para el día siguiente ni para un futuro cercano y solo existe el ahora, esa despreocupación de que no importa si te quedas dormida, basta con que te levantaste. Quiero vivir eso, quiero aprovechar las mañanas asi, esperando el amanecer y que de una ves por todas me gusten los amaneceres!!! porque se lo merecen.